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A enfadarse tocan, que no todo es color de rosa.
Calentando motores.
Nos enfaderemos un poco entonces, aunque a la vez tendremos que
pasárnoslo bien... así que esto parece una
contradicción... pero bueno, adelante.
Para empezar es común en nuestro sistema que los profesores de
matemáticas estén muy aburridos y hagan su trabajo
"sólo por el dinero". A todas luces, ya lo sabemos: un sistema
"malo" el nuestro.
Sabemos que realmente no se pretende motivar
(en las facultades
de educación a veces parece que sólo se estudia
cómo disimular esto mejor), no se pretende entender (idem para
las facultades de ciencias de la educación).
De entrada los mismos profesores están desmotivados y en una
estructura jerárquica anti-científica, muy oscurantista.
Así que manos a la obra, hagamos vibrar
un contexto para la
revolución en matemáticas que vivimos, actualmente, y que
afecta a todo el pensamiento:
Qué les voy a contar que no sepan en cuanto a la
tontería que nos rodea y con la que nos han educado. No sé
vuestro grado de concienciamiento
respecto a ello, respecto a las
horas que os han hecho perder,
haciéndoos luchar contra
vosotros mismos, sentados día tras día en un pupitre
escuchando verdadero terrorismo del
pensamiento, y estupideces de
todo pelo. O si ya tenéis muy lejos todo esto de lo que hablamos...
En muchos casos, para lo que conseguimos ahí sentados en el pupitre
hubiera sido
mejor hacer cualquier
otra cosa, pero... también nos han de controlar, claro que sí, de eso
va
la cosa.
Es posible que por cierto instinto defensivo queráis borrar el
pasado, es de hecho lo más frecuente. Lo que pasa es que ahora,
con internet, con las comunicaciones menos mojigatas, resulta mucho
más escandalosa tal estupidez, tal pasado. Ya os habréis dado cuenta
seguramente.
Es de tal puerilidad nuestro actual tratamiento educativo de la ciencia
y el pensamiento en general y en particular de una tan fácil de
promover y de pensar como la matemática, que esta
página a mí me parece que es de perogrullo, sobra; y lo
que no sobran son acciones.
Pero ¿qué podemos hacer? Pues desgraciadamente poco, por
ahora escribir y poco más, con el fin de que esta verdad de
perogrullo se vea reforzada, por qué no, hasta que las cosas
vayamos cambiándolas - aunque
no sé cómo se hace desde
este nuestro obligado sectarismo: las multinacionales apuntan a cierto afilar sus espadas de conquista
(con estos problemas alrededor de todo tipo de patentes e
injerencias... con las
armas, la comida, etc) y los políticos como Zapatero aquí en España
echan
terroríficos discursos sobre la empresa y la educación...
ay.
Vivimos en una especie de fascismo posmoderno
bastante desagradable, que ahonda el agujero entre el "lo que
debería" y lo que puedo "decidir". Pero bueno, al mal tiempo
buena cara.
Quizá esto de que "las mates no son lo que parecen" sea algo
también de perogrullo, y sea, además, en realidad, lo que
"mueve" a cierto progreso: el que los "retrasados" que somos
todos -incluyendo a los matemáticos- en el conocimiento y la
comprensión de tal "ciencia", y en general de todo, tengamos
que ser enseñados/motivados, etc.
No sólo tenemos que ser "sentad@s", "arrodillados", ante esto que
resultan ser las
matemáticas - según un buen filósofo y
matemático francés, que les llama, sin tapujos ni
complejos-: "la ciencia del ser". Con lo que no se quiere decir
que no exista lo "inmatematizable". Cuidado.
Gracias a este "inmatematizable" hay matemáticas y gracias a las
matemáticas podemos hacernos a veces la ilusión de que hablamos de tal
"inmatematizable".
Equivocación esta -la de ver o intuir a las matemáticas
como cierto "demonio mentiroso de una técnica antihumana"- en la
que siguen, seguirán, todos los patéticos "maleducados"
en que nos convertimos sentándonos en los pupitres a aguantar el
temporal y creyendo finalmente a pies juntillas lo que nos cuentan, y
peor, el cómo nos lo cuentan.
Al final "somos" "el cómo" -lo que me parece importante,
¿recuerdas?: "flechas, sólo flechas"- no aprehendemos "el
qué" porque lo que se quiere enseñar es un "cómo",
nada más y nada menos.
Un cómo ser imbéciles y estar callados.
Y es que "lo que aprendemos", para conseguir que sea "el cómo" y
no el qué" lo realmente a aprender, es muy a menudo un atentado
contra el pensamiento, cuando no mera nemotecnia.
A veces no llegamos a comprender cómo puede "salir" algo en
claro
de todo esto, no sé cómo se sobrevive aquí; bueno,
sí lo sé: porque lo que nos "dan" se basa en verdaderos
actos de descubrimiento "racional", maravillosos
descubrimientos/activaciones como son los rudimentos en teoría
de conjuntos o las leyes de Newton.
Las matemáticas son un diamante en bruto extraordinario para
fortalecer las capacidades de crear conceptos.. de analizar... y
sería muy sencilla "la libertad", el "dejarse llevar por la
inteligencia" y más por el deseo de conocer que por el de
dejarse el trasero en un asqueroso pupitre delante de lo que
mayoritariamente para mí han sido algo en cierto modo unos "mercenarios
de la estupidez".
El control hace la guerra al
pensamiento
Pero… ¿por qué hablar de matemáticas
aquí? ¿O en cualquier lado?
Pues un primer y rápido "por qué": porque seguramente
este es un sitio clave -el
matemático-, contaminado
por excelencia por el funcionalismo
de nuestros días; y me parece además que contaminado por
cierto esencialismo tradicional,
y por cierta incompletitud de
las
matemáticas sobre la que hablaremos.
De forma parecida a como mucha gente tiene impresa en su mente una
forma ver la Historia como la historia de los Estados, como la historia
de guerras civiles o internacionales donde siempre y en realidad quien
pierde es la gente, tenemos
generalizada una mala y/o escasa
impresión de las matemáticas,
lo cual es lógico,
por ser lo que nos han contado.
Aprendiendo,
inocentemente ese cómo, desde
pequeños,
que llaman matemáticas,
encerrados, sentados,
básicamente aprendemos a callar y a hacerle la guerra civil,
interior, a la comprensión.
Nuestro sistema educativo y nuestras concepciones generalizadas son un
atentado contra la inteligencia más básica, como
demuestra la escasa capacidad que existe en nuestra sociedad para
disfrutar con la investigación verdadera,
para organizar algo
que no sea una reacción
contra esos terrenos de la verdad
como los de la matemática, presentados de nuevo como una guerra donde
siempre pierde la gente.
Ya sabemos todos que en educación es demasiado frecuente que se
nos presenten las cosas como hechos consumados, efectuados, y por tanto
el
único efecto que provocan, en muchos casos, es el de
la deserción y el odio hacia esos terrenos-guerra que siempre
debieran ser de disfrute-investigación.
Así que visto que estamos en cierta guerra, entonces la salida
es desertar a los múltiples sucedáneos que nos suministra
nuestro capitalismo multicultural":
seudo-ciencias, etc, cualquier cosa antes que ayudar a la comprensión
en general o a la
"didáctica". Y con lo cual
seguramente dejemos demasiado libre el camino para que este capitalismo
de Expertos que son demasiado a menudo ignorantes se justifique
mediante ellos: los
Expertos, los que saben, que
han sustituido a los magos, pero que, como existe
lo inmatematizable y el progreso, nunca van a tener toda la
razón, mucho menos en terrenos próximos -podríamos decir-
a lo sociológico.
Efectivamente, terrenos de la verdad,
estos de la matemática y
compañía, pero una verdad que no quiere decir lo mismo para
por ejemplo un profesor "colocado", que para un alumno (alumno que es,
"por institución", alguien que aprende sin cobrar dinero, trabaja
gratis, no como un profesor, que sí cobra por seguir aprendiendo); y
esto
¿por qué?, pues porque sencillamente la verdad "es una
flecha" donde montarse.
La ecuación funcionalista sería sencilla en este campo:
matemáticas-escolares
=
necesidades-TÉCNICAS-para-el-duro-y-competitivo-futuro-individual
= imposible-pensar-prohibido-pensar
pero
Las matemáticas son pensamiento
Son cierto "proceso".
Y pensar desde el principio sólo motiva y capacita para
aprender, y el aprender más "técnicas" si hace
falta; pero ¡no sólo en matemáticas!
La felicidad llama a la felicidad. ¿Cuándo se va a
comprender esto? La felicidad que pueda provocar por ejemplo una
disertación "inútil", que no vaya a "puntuar" en el próximo examen,
para el currículum,
etc, activa los "mecanismos de vida", de la gente, que se ve así
posibilitada para aprender y vivir. Es obvio. Hablando pronto y claro.
Sabemos que no es imposible eliminar los exámenes: si tras dos mil
millones de años de evolución la vida ha podido parirnos a nosotros,
los humanos, creo que podemos evolucionar lo suficiente como para
eliminar injusticias varias, por ejemplo, en lo que nos atañe y por qué
no: los exámenes.
El problema lo conocéis: nuestra educación es
educación-estar-sentados-callados, esto es, en cierto modo no tanto
la educación de los-que-van-a-desarrollar
el mundo, a
participar activamente en él, sino en cierto modo la
educación de los-que-no-tienen-que-pensar, sólo obedecer
en un contexto tecnificado;
todo ello fundamentado en una ideología
matemática: la de que las matemáticas
son meramente técnica, pasos,
ejecución, acatamiento,
ya que por desgracia no otra cosa se suele practicar.
El pensamiento, osea, la matemática junto con la teoría
del acontecimiento (en que consiste la filosofía,cosas
que literalmente vamos a querer dibujar
en este proyecto),
no son cosas para mayores,
son cosas sobre las que los infantes y
todos nos preguntamos y sobre las que queremos hablar de tú a tú y
desde el principio, usarlas, por nosotros mismos, hablar y hablar, no
callar.
Y el problema de control con
que se enfrenta este sistema
decrépito es el de que los infantes -los sin-voz
(etimológicamente)- están más abiertos que los
adultos si cabe a ello, a pensar y hacer. Son mucho más capaces
de interesarse y de vivir, de investigar.
Nuestro mundo es un mundo regulado por los encuentros, los
acontecimientos que nos hacen vibrar a la vez que el mundo, sentir y
crear su historicidad, su
inasibilidad, que hacen grabarse en
nosotros los saberes de una época determinada, saberes que
pasan, que luego son a menudo incomprensibles para -si no efectivamente
desechados por- los habitantes de los siglos posteriores.
Así que el funcionalismo que nos afecta se resume en
cierto modo de ser que quizá capture la típica frase: esto es lo que hay. El
funcionalismo es contrario a los procesos de
pensamiento, comprensión, etc, que caracterizan a la ciencia, la
filosofía, la política... verdaderas.
Si hay ciencia es porque -y en cierto modo pese a nuestro sistema
económico-político- hay comprensión y
ciertos procesos autónomos, que se alejan del mortecino consenso,
más allá de la mera técnica, y cómo no, de
la nemotecnia.
Así que tenemos una forma de la matemática
excesivamente calculista, la actual, sobre todo en etapas tempranas,
y que no se interesa tanto por la comprensión sino por el desarrollo
ciego y técnico
de sus resultados.
Esto hace estragos por ejemplo en el ámbito de la
educación, ámbito que ya en sí es peliagudo y que
por cosas como esta termina adiestrando en el no pensar. Por otra parte está
sobradamente demostrado que lo correcto para el propio desarrollo y
motivación de la ciencia o la filosofía, etc, o para la mera
libertad, es
precisamente el dejar pensar o hacer en
paz, el
comprender, el motivar/se.
Así que la versión actual de la matemática
corriente, ayuda a identificar desde muy temprano pensar a técnica.
La matemática sin embargo no es mero cálculo, no es mera
técnica, es pensamiento. Vivimos una -en cierto modo- muy
estúpida tradición, visiblemente plasmada en nuestro
actual sistema universitario y nuestro pensamiento, que desde hace
siglos ha separado y enfrentado a "humanistas" y "científicos"
(parece ser que un hito en tal despropósito es el gran
acontecimiento filosófico del idealismo alemán:
Hegel, etc... ya que hubo mucha pelea y desencuentro, en estos
ámbitos y en aquella época -de lo que nos queda sin duda una mala
herencia.).
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